martes, 4 de diciembre de 2007

El maltrato hacia la mujer en edad universitaria en un estrato socioeconómico medio-alto

“El maltrato hacia la mujer en edad universitaria en
un estrato socioeconómico medio – alto”

Que presenta la alumna:

Andrea Elizalde Balderas

Nombre del profesor (a):
Laura Yolanda Rodríguez Matamoros


Tercer Semestre Otoño 2007
ÍNDICE
CAPITULO I. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
1.1 Justificación
1.2 Preguntas de investigación
1.3 Objetivos
1.4 Alcances y limitaciones
CAPITULO II. EL MALTRATO
2.1 Definición
2.2 Tipos de maltrato
2.2.1 El maltrato físico y emocional
2.3 Causas
2.4 Consecuencias
CAPITULO III LAS PAREJAS EN EDAD UNIVERSITARIA
3.1 La vida en la universidad
3.1.1 Relaciones sociales
3.2 Contexto socioeconómico
3.3 Relaciones amorosas entre estudiantes universitarios con tendencia a la violencia
3.3.1 Características y condiciones
3.3.2 Implicaciones
CAPITULO IV EL MALTRATO ENTRE PAREJAS EN EDAD UNIVERSITARIA
4.1 Relaciones conflictivas
4.2 Codependencia
4.3 Problemas emocionales
4.4 Problemas sociales
4.5 La magnitud del problema: datos estadísticos.
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA

CAPITULO I. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
1.1Justificación

El día 23 de agosto del presente año en la Universidad Iberoamericana de Puebla, se presentaron diversas conferencias para poder elegir un tema a partir del cual desarrollar un trabajo de investigación para la materia de comunicación y desarrollo humano, del área de síntesis y evaluación.
La profesora Lourdes Pérez Oseguera expuso el tema denominado “Género, familia y violencia” y llama la atención que estos tres temas en conjunto, acorde a la profesora Pérez: “son un eje de investigación, de estudio y de análisis, en conjunto o por separado o los mismos conceptos, interrelacionados a otros fenómenos como son la migración, la fármaco -dependencia, la escuela, otras instituciones, en fin, la sociedad“.
Si bien se presentaron investigaciones varias, este tema capta la atención al representar hechos cotidianos en nuestra sociedad. Por esta razón, se asume esta como la línea de investigación a desarrollar en el curso Comunicación y Desarrollo Humano I.
Indigna el ejercicio abusivo del poder por parte del género masculino, el cual surge por las grandes desigualdades que existen entre hombres y mujeres, ya que la violencia es legitimada por las normas y estructuras que establece cada grupo social y que ayudan a perpetuarla.

En este sentido, las ciencias sociales han desarrollado el enfoque de género; el cual implica diferenciar entre sexo, entendido como condición biológica o lo “natural” y género entendido como la construcción aprendida o lo “cultural” y establecido por la sociedad.Este enfoque se desarrolla con el fin de lograr mejores y más adecuadas herramientas para conocer y analizar las desigualdades sociales entre hombres y mujeres, puesto que con ello se aportan elementos de análisis para impugnar la teoría de que esta desigualdad entre hombres y mujeres es “algo natural”

La violencia se manifiesta en los ámbitos doméstico, institucional y social, y a veces es difícil reconocer las diferentes formas en que ésta puede aparecer, debido a que actos violentos ocurren todos los días, se hacen costumbre y se consideran como algo “normal” y nada relevante en la convivencia.

Si bien el problema de la violencia familiar, sexual y contra las mujeres no es nuevo, es apenas en las últimas décadas del siglo XX que se enfrenta de manera más abierta a partir de la implementación de políticas públicas que intentan visibilizarlo, prevenirlo y atenderlo.

Es que este problema no sólo tiene repercusiones en la salud física, sino también en el equilibrio emocional, y así como la salud física tiene prioridad para el gobierno, la estabilidad mental también debería serlo. Afortunadamente, México ha reconoce la violencia familiar y sexual contra las mujeres como un problema de salud pública de gran magnitud y se suma a los esfuerzos realizados a nivel mundial.

Ahora bien, la pregunta es ¿qué podemos hacer nosotros para ayudar a prevenir y tratar la violencia contra las mujeres?, ya que siendo el tema de bastante interés también es importante plantearse acerca del sentido de una investigación de esta índole, considerar el modo de continuar las investigaciones realizadas. ya que elpsicólogo, como agente de cambio tiene un compromiso importante con la sociedad en relación al abordaje de estos problemas.

Sin tomar tintes feministas puedo decir que como mujer, me pongo en el lugar de mis congéneres que no han sabido defenderse y que han sufrido en una sociedad donde el mexicano sigue, desgraciadamente, errado en sus ideas machistas de superioridad e inferioridad de la mujer.

La violencia a las mujeres es una realidad aquí y ahora y simplemente no se puede ignorar, en nosotros como sociedad está el qué tanto lo sigamos permitiendo, puesto que hay diversas circunstancias que permiten la aparición y la tolerancia hacia el maltrato, así como factores sociales, culturales y familiares.

1.2 Preguntas de investigación
¿Cuál es el perfil psicológico de las mujeres maltratadas y de los agresores?¿Influye la educación en las clases sociales en los casos de maltrato?¿Cuál es el índice de mujeres en edad universitaria maltratadas de acuerdo al nivel socioeconómico?¿Qué tan alto es el índice de estas mujeres maltratadas en Puebla en comparación con otros estados de la república mexicana?
1.3 Objetivos
Identificar las causas y características del maltrato entre la población estudiantil.Identificar estrategias de prevención y tratamiento del maltrato en universitarios.
1.4 Alcances y limitaciones
Dar a conocer entre la población estudiantil la realidad de los diferentes tipos de maltrato entre nuestros compañeros que la perpetúan y las compañeras que lo permiten, así como hacer conciencia que no por el hecho de estar en un sector medio – alto en la sociedad permanecemos ajenos al problema ni mucho menos aislados; por lo cual un alcance de este trabajo sería la prevención y el conocimiento de que todos podemos vivir una situación de este tipo.

CAPITULO II.EL MALTRATO
2.1 Definición
La raíz etimológica del término violencia remite al concepto de fuerza, y se corresponde con verbos tales como violentar, violar, forzar. A partir de esta primera aproximación semántica podemos decir que la violencia implica siempre el uso de la fuerza para producir un daño. En todos los casos, el uso de la fuerza nos remite al concepto de poder.
El empleo de la fuerza se constituye, así, en un método posible para resolver conflictos interpersonales, como un intento de doblegar la voluntad del otro, de anularlo precisamente en su calidad de “otro”. La violencia implica una búsqueda de eliminar los obstáculos que se oponen al propio ejercicio del poder, mediante el control de la relación obtenido a través del uso de la fuerza.
Para que la conducta violenta sea posible tiene que darse una condición: la existencia de un cierto desequilibrio de poder, que puede estar definido culturalmente o por el contexto u obtenido mediante maniobras interpersonales de control de la relación.El desequilibrio de poder puede ser permanente o momentáneo. En el primer caso, la relación está claramente establecida por normas culturales, institucionales, contractuales, etc., en el segundo caso, se debe a contingencias ocasionales.
En el ámbito de las relaciones interpersonales, la conducta violenta es sinónimo de abuso de poder, en tanto y en cuanto el poder sea utilizado para ocasionar daño a otra persona. Es por eso que el vínculo entre dos personas caracterizado por el ejercicio de la violencia de una de ellas hacia la otra se denomina relación de abuso.
2.2 Tipos de maltrato
2.2.1 El maltrato físico y el maltrato emocional
Desde una perspectiva clínica el maltrato se refiere a las agresiones físicas, psicológicas, sexuales o de otra índole, llevadas a cabo reiteradamente por parte de un familiar o conocido y que causan daño físico y psicológico y vulneran la libertad en otra persona, habitualmente en la mujer.
Atendiendo a las conductas típicas llevadas a cabo en el maltrato físico, lo habitual es que se produzcan puñetazos, patadas, bofetadas, estrangulamientos, empujones y agresiones sexuales. Como consecuencia de los actos violentos con mucha frecuencia, por lo general el 45% de las veces, se producen lesiones físicas tales como magulladuras, torceduras, cortes, etc. que requieren asistencia médica. Además de estas conductas agresivas, la utilización de armas blancas o de objetos contundentes está presente en un 40% de los casos.
Los actos comunes del maltrato psicológico son insultos y amenazas de agresiones físicos y de muerte, humillaciones, desvalorizaciones, aislamiento social y familiar, penurias económicas, infidelidad, amenaza de lanzamiento de objetos y agresiones sexuales.
La distinción entre maltrato físico y psicológico se realiza en función de los actos cometidos por el agresor y no en función de sus consecuencias. Aun teniendo en cuenta que siempre que se produce una agresión física o sexual existe un maltrato psicológico, hoy en día podemos afirmar que, en oposición a la creencia generalizada durante años, el maltrato psicológico puede producir consecuencias tan graves como el físico.
Sin embargo, en la experiencia clínica diaria se sigue observando una mayor frecuencia de víctimas de violencia física que, por otro lado, a medida que pasan los años va en aumento y una disminución significativa de maltrato psicológico. El maltrato físico es la forma más evidente de violencia y generalmente son las lesiones que se pueden ver las que constituyen que el problema existe. Por ello, también la propia mujer que sufre las agresiones “que no se ven”, minimiza su situación, intenta buscar explicaciones que justifiquen su malestar psicológico permanente al grado de los acontecimientos vividos y se encuentra en un mayor grado de indefensión. La violencia psicológica no produce un impacto social y hace que la víctima tarde mucho en pedir ayuda.
El maltrato psicológico se ejerce, principalmente, a través de una manipulación emocional que se manifiesta mediante la desvalorización, la culpabilización, la intimidación y a través de la imposición de conductas restrictivas como el aislamiento y el control económico.
Este tipo de maltrato refleja diversas actitudes por parte del maltratador: hostilidad, que se manifiesta en forma de reproches, insultos y amenazas; desvalorización, que supone un desprecio de las opiniones, de las tareas o de incluso del propio cuerpo de la víctima; e indiferencia, que representa una total falta de atención a las necesidades afectivas y estados de ánimo de la mujer.
CAPITULO III.LAS PAREJAS EN EDAD UNIVERSITARIA
3.1 La vida en la Universidad
Pensar el sentido del trabajo de los estudiantes universitarios, mujeres y varones, conlleva contemplarlo en las expresiones de la política laboral profesional. Esta política se basa en las relaciones en el lugar de trabajo, marcadas por competencias - jerarquías, imaginarios - deseos, movilidad social - formación profesional.
Los datos en cifras hacen visible los espacios que cada sexo ocupa en el entramado de funciones pero también representa las pocas posibilidades de las mujeres para acceder a puestos de poder de decisión. Una lectura de los datos, desde un enfoque de género, significa una crítica a la inequidad entre los sexos en el ingreso al trabajo y además, percibir que el género femenino, aunque en algunos casos es numéricamente mayoritario, no accede con la misma paridad a puestos jerárquicos.
Determinar el estereotipo de profesional femenino nos permite interpretar las dificultades que las mujeres tienen en desempeñarse en la esfera pública. La sociedad moderna ha creado las posibilidades para que la mujer se desempeñe en el mercado laboral, pero no en las mismas condiciones que los varones.La diferenciación entre los lugares de poder a los que acceden las mujeres está relacionada a dos modalidades, según un poder que funciona a través del ejercicio de la dominación (por violencia física o simbólica) y un poder internalizado que funciona en el ámbito individual, pero que tiene una relación directa con las instituciones existentes. De ahí que partimos del supuesto que en la Universidad se producen tensiones de saber diferenciado, conflictos de poder, de intereses políticos, de relaciones de subordinación.
3.1.1 Relaciones sociales
En México la población adolescente se duplicó en términos porcentuales en los últimos 30 años, pasó del 11.4% en 1970 a 21.3% en el 2000, según el último censo de población (INEGI, 2000). Actualmente este grupo de edad asciende a 20, 728,628, lo que representa un poco más de la quinta parte de la población total (97, 483,412 millones).
Hoy en día nadie cuestiona la idea de que la salud adolescente es un elemento clave para el progreso social, económico y político de toda nación, incluso adquiere dimensiones relevantes cuando se trata de un grupo mayoritario en términos poblacionales y más aún al existir evidencias empíricas que señalan que muchos de los hábitos perjudiciales para la salud que provocan morbilidad o mortalidad en la edad adulta son adquiridos durante la adolescencia (Organización Mundial de la Salud –OMS-, 1998). Sin embargo, aún falta mucho por hacer para que las necesidades y derechos de los adolescentes estén plenamente presentes en los programas de salud.
En nuestra sociedad existen muchas situaciones que interfieren con la plena comprensión y atención de sus necesidades específicas de salud física, psicológica y sexual. Por un lado el concepto de adolescencia implica una serie de prejuicios que señalan que quienes viven esta etapa son irresponsables, irreverentes, rebeldes, inestables, que no saben lo que quieren, etc. Aunado a formas de relación muy arraigadas culturalmente en las que existe un desequilibrio en el uso del poder por parte de los adultos que resulta en el establecimiento de relaciones interpersonales inequitativas.
Así pues en nuestro país, como en muchos otros, las políticas públicas hacia este grupo etáreo son insuficientes, y sólo logran abrirse como temas de interés cuando los adolescentes presentan un comportamiento que la sociedad califica de negativo o problemático (embarazos no planeados, infecciones de transmisión sexual, adicciones, pandillerismo, etc.)
3.2 Contexto socioeconómico

El sociólogo Abel Montaño, egresado de la Universidad Autónoma Metropolitana, señala que la nueva generación de jóvenes universitarios ha sufrido un cambio radical, en comparación con los muchachos de la década de los sesenta: “Estos nuevos chicos que fueron niños en la década de los 80’s, prácticamente crecieron solos, ya que los padres al salir de trabajar encargaban la educación de los niños a la televisión, el abuelo o la guardería, por esta razón los jóvenes desarrollaron un Analfabetismo Sentimental”.

Los jóvenes de los países en desarrollo son al menos dos veces más proclives a sentirse infelices con sus vidas que los de las naciones más ricas, indicó un estudio de MTV Networks (MTVNI, por sus siglas en inglés) que entrevistó a más de 5 mil 400 jóvenes en 14 países, y sólo un 43% de la población mundial de entre 16 y 34 años manifiesta estar feliz con su vida. MTVNI, dijo que el porcentaje se había visto disminuido considerablemente por los jóvenes del mundo desarrollado, incluyendo aquellos en Estados Unidos y Reino Unido, donde menos de un 30% dijeron sentirse felices. Sólo un 8% de los jóvenes japoneses indicaron que eran felices.
Las razones de la infelicidad en el mundo desarrollado incluyen la falta de optimismo, la preocupación laboral y la presión por tener éxito. En los países en desarrollo la mayoría de los integrantes del mismo grupo de edad esperan que sus vidas sean mejores en el futuro, encabezados por la juventud china, con un 84%. La encuesta de MTVNI se llevó a cabo durante seis meses y comparó los sentimientos de los jóvenes basándose en sus percepciones respecto a la seguridad, dónde encajan en la sociedad y cómo ven su futuro.

Los jóvenes de Argentina y Sudáfrica encabezaron la lista de felicidad con un 75%. El resultado general de la encuesta realizada por Wellbeing Index estuvo más mezclado entre ricos y pobres. India se ubicó en el primer lugar de la lista seguido por Suecia, mientras que Brasil quedó en el último lugar de felicidad. Los países desarrollados se mostraron particularmente pesimistas acerca de la globalización, con un 95% de los jóvenes alemanes creyendo que está arruinando su cultura.
Mientras, los jóvenes de los países en desarrollo, que tienden a ser más receptivos a la globalización, son más optimistas acerca de su futuro económico y están más orgullosos de su nacionalidad. MTVNI dijo que una de las tendencias observadas es que los jóvenes con acceso a los medios de comunicación masivos tienden a sentirse menos seguros que quienes no tienen las habilidades cognitivas para interpretar los riesgos reales. Los 14 países incluidos en el sondeo fueron Argentina, Brasil, China, Dinamarca, Francia, Alemania, India, Indonesia, Japón, México, Sudáfrica, Suecia, Reino Unido y Estados Unidos.

El analfabetismo sentimental son los hábitos y pensamientos autodestructivos que se instalan en la mente del adolescente, ya sea por costumbre o práctica. Montaño explica que los jóvenes tienden a identificarse con las peores experiencias que les han pasado en la vida por esta razón los chicos se toman demasiado en serio las cosas desagradables. Debido a este analfabetismo sentimental la psicóloga Valeri Villa Guillén especialista en Terapia positiva y egresada de la Universidad Panamericana, afirma que la mayoría de los jóvenes relacionan la felicidad con el dinero, consideran que alcanzarán la felicidad si tienen el suficiente poder adquisitivo.

Pero a pesar de que los jóvenes tienen el deseo de ser felices, muchas veces no aceptan su infelicidad, Mariel Martínez, pedagoga egresada de la Universidad Panamericana, explica: “Es difícil para un chico aceptar su infelicidad, porque mantiene una imagen del chavo divertido que se la vive en los antros, pero cuando nosotros como orientadores los enfrentamos y les hacemos ver su infelicidad, lo sienten como un ataque, es raro el joven que acepte que es infeliz”.
Mediante un sondeo realizado por (el periódico) “El Universal” entre jóvenes de los 18 a los 30 años, se descubrió que además del dinero, basan su felicidad en las gratificaciones que obtienen por compartir parte de su vida con otra persona es decir los beneficios que obtengan por estar con la familia, tener una novia, amigos, fiestas y bienes.

Pero a pesar de entender el concepto de felicidad los jóvenes tienen algunas carencias que no siempre dicen, al preguntárseles, “¿qué te hace falta para ser feliz?” la mayoría coincidió en que su ideal es querer y ser queridos se basan en la autoestima y en el auto aprecio. Por esa razón son frecuentes las referencias al buen estado personal; tanto en lo físico como en lo emocional: “salud”, “independencia”, “estado de ánimo”, etcétera. [1]

3.3 Relaciones amorosas entre estudiantes universitarios con tendencia a la violencia
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reportado que en los primeros años de esta década al menos un 30 por ciento de las estudiantes universitarias han reportado algún tipo de violencia en sus relaciones de pareja; además que las agresiones verbales se convierten en agresiones físicas con el tiempoEn México y particularmente en Puebla no existen datos oficiales sobre la violencia en esta etapa de la vida, pero sí en los hogares, en donde al menos uno de cada tres registra violencia intrafamiliar.
Para la especialista en psicología social, Dulce María Pérez Torres, catedrática de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (Upaep), la violencia en el noviazgo, sobre todo en las jóvenes universitarias, se podría calificar como un “secreto a voces”, ya que se sabe que no se dice. La catedrática recalcó que existe un trabajo intenso por hacer: “primero, educar a la mujer en su área de autoestima; segundo, educar a los hombres con amor para que aprendan a manejar el concepto”.
Catedráticos de varias universidades en la ciudad de Puebla coincidieron en afirmar que la mayoría de los problemas de violencia es por el tipo de películas, programas y videojuegos que ven los jóvenes y adolescentes. Agregaron que los muchachos se encuentran expuestos a violencia constante en la televisión y películas. Atribuyeron la violencia entre relaciones sentimentales de los jóvenes, a la decadencia de valores que ha vivido la sociedad, en donde las relaciones sexuales han pasado a un primer plano, distorsionando la imagen del hombre y la mujer.

A pesar de que la violencia durante el noviazgo ha aumentado y representa un riesgo para las mujeres, además de que constituye un atentado contra los derechos humanos, no está tipificada como delito. La violencia en el noviazgo no es fácil de detectar; sin embargo, puede generar fracaso escolar, depresión, aislamiento y en el peor de los casos suicidio.
Los investigadores urgieron a las autoridades a realizar reformas al Código de Procedimientos Penales, a fin de que la violencia en el noviazgo se considere un delito en sus aspectos de daño físico y mental ya que sólo se puede considerar violencia entre parejas, a las que se forman una familia.

Además de que hicieron un llamado a padres de familia y maestros, a llevar pláticas encaminadas a la prevención de la violencia desde el noviazgo. “La visita con un orientador, consejero escolar o psicólogo a tiempo, podría evitar que se continuará aumentando la cifra de jóvenes violentadas”, abundó Pérez Torres. [2]

3.3.1 Características y condiciones

La Violencia en las relaciones de pareja parece estar influenciada por nuestro proceso de socialización. En el mismo se trasmiten ideológicamente los roles tradicionales de lo que es ser hombre y mujer. La mayoría de nuestras sociedades humanas, están cimentadas en un sistema patriarcal donde el hombre es la figura fuerte y de autoridad. Por el contrario, la mujer esta supeditada a éste siendo su rol uno de sumisión y docilidad.

Por tanto, el sistema patriarcal promueve unas relaciones donde el poder y el control son su base fundamental. Los cuentos de hadas que perpetúan la visión de las relaciones de pareja idealizadas y donde se presenta a la mujer desvalida y sola esperando a su príncipe azul que la rescate. En estos cuentos de hadas clásicos la princesa es bella, la bruja fea y el príncipe bello y valiente que pelea por obtener el amor de su bella princesa. Estos al igual que las novelas y otros medios promueven la visión romántica fantasiosa en contraposición con el amor maduro.

La visión del amor romántico sugiere que las relaciones de pareja nacen de forma rápida y producto del afecto. Las discusiones y peleas, así como los sentimientos de culpa frustración e impotencia son vistas como algo normal. Por lo tanto, en esta visión podríamos decir que no existe el compromiso y el respeto. En contraste, el amor maduro y racional se va desarrollando lentamente promoviendo la individualidad y estimulando una comunicación abierta sincera de respeto y de paz. El amor maduro aprende a reconocer las debilidades y las fortalezas de la pareja disfrutando de su crecimiento mutuo. Podríamos decir que una relación de pareja madura promueve el compromiso y el respeto[3]

3.3.2 Implicaciones

No hemos aprendido a reconocer los diferentes rostros de la violencia ni las máscaras del amor. La conducta violenta no es percibida ni por las víctimas, mujeres en su mayoría, ni por quienes ejercen la violencia, los varones por lo general, sino que es confundida con una expresión de interés y amor. Por "amor" se tolera el maltrato. La violencia en el noviazgo pasa desapercibida también porque el maltrato se asocia a las parejas casadas y con hijos. No se reconoce, principalmente por la desvalorización de las relaciones amorosas entre adolescentes, ya que son consideradas como exageración o "cosas de la edad".

Los mitos han enmascarado la violencia al sembrar ideas falsas acerca de la realidad: tales como que la violencia es ocasionada por el alcohol; la posesividad y los celos son expresión de amor; una mujer puede cambiar al hombre que ama; una mujer se queda en una relación violenta porque es masoquista; la violencia en el noviazgo no es tan severa como la de una mujer adulta maltratada.

La adolescencia imprime características únicas a la violencia en el noviazgo, lo que la hace diferente a otros tipos de violencia entre adultos. Es una etapa de propensión a experimentar, a rebelarse y las relaciones más importantes son las de amistad; se depende del grupo de amistades para descubrir la identidad personal. Un muchacho que quiera cumplir cabalmente con el rol de género masculino tradicional será propenso a la violencia: aparentar actividad sexual, ser quien tome las decisiones en la relación de pareja, dominar y controlar las actividades y comportamientos de ella, probar constantemente que él es "hombre" a través de actos agresivos y dureza por temor al estigma de la homosexualidad, esperar que la novia renuncie a sus intereses o a otras relaciones y dé la máxima prioridad a su relación con él.

Por otro lado, una muchacha puede ceder a la presión del grupo e intentar cumplir con las prescripciones del rol de género femenino tradicional: creer que puede cambiar al hombre que ama, sentirse culpable por los problemas y responsable del funcionamiento de la relación, pensar que jamás encontrará otro novio, lo que la pondrá en riesgo de involucrarse en relaciones potencial o abiertamente violentas.

Por su inexperiencia, los adolescentes no están preparados emocionalmente para enfrentar las decisiones y conflictos de las relaciones de pareja. La búsqueda de independencia del padre y la madre es característica de esta etapa, si las jóvenes están involucradas en una relación abusiva tienden a aislarse y a no pedir apoyo a los adultos por temor a perder la independecia lograda. [4]


CAPITULO IV
EL MALTRATO ENTRE PAREJAS EN EDAD UNIVERSITARIA

4.1 Relaciones conflictivas

Hay personas en el entorno familiar, laboral o social, cuyos comentarios y actitudes complican la existencia de los demás, gente peligrosa para la salud mental, emocional y física, a quienes conviene mantener alejados, o al menos a raya, si no se tiene más remedio que convivir o coincidir con esas personas tóxicas.
Cualquiera que aflige con su actitud a los demás, impidiéndoles crecer, que no se muestra contento con los éxitos ajenos y que pone barreras a los esfuerzos propios para ser más felices, puede considerarse una persona tóxica, aunque para cualquier otro individuo pueda resultar inofensiva.
La raíz de toda toxicidad en las relaciones humanas son los celos, debido a los éstos y a la evidente envidia que sienten estas personas intoxicantes se ven generados en ellos el descontento y los sentimientos de insuficiencia, los cuales provocan el ansia de posesión, del éxito y del amor de otras personas, así como el deseo de tenerlas para uno mismo, en exclusividad.

La frustración de otras personas que ven a sus semejantes como ganadores y se consideran a sí mismas como perdedoras, los impulsa a golpear a los demás mental y verbalmente, y a veces incluso mediante la violencia física. También les lleva a involucrarlos en juegos molestos y palabras crueles.

Los celos o la falta de amor propio son la razón de muchos comportamientos negativos hacia los demás, pero también la causa encubierta de conductas similares de nosotros hacia los demás.
Para reconocer las conductas tóxicas hay que mirarse a uno mismo o hacer que la otra persona lo haga. Quien es crítico hacia otro individuo debe examinar sus razones; una persona honesta normalmente encontrará algún motivo para sentir celos, como el poseer algo que el otro desea o le falta, o el sentimiento de que la otra persona tiene más o le va mejor.

A veces, la presencia de conflictos continuos, puede indicar que el ser tóxico es uno mismo, en vez de los demás. Lo cual no cambia excesivamente las cosas, porque el resultado es similar: un continuo malestar y dificultades para relacionarnos.

En ese caso hay que reconocer el problema y dejar de amargar a los demás con los celos más o menos encubiertos. La clave, como siempre, es la comunicación: con uno mismo, para descubrir la verdadera raíz de nuestro comportamiento, y con los demás, para dejar hacerles la vida imposible. [5]
4.2 Codependencia

¿Qué es la codependencia? Dejar de existir para si mismos, ignorando sus propios sentimientos para ocuparse del otro con la totalidad de su energía.

Para un codependiente, su propia vida no existe, su alegría se transforma en tristeza o enojo acumulado que se nota en todo momento. Su dulzura y su compasión dan paso a una dureza y a un deseo de control exagerados.

No hay nada que puedan hacer para cambiar la situación, ya que ni siquiera hay conciencia de que algo pasa con ellos. Con toda honestidad creen que no hay nada que hacer que esa es la cruz que les ha tocado cargar y la van arrastrando. A este perder obsesivamente la vida propia en la vida de otros es a lo que se llama codependencia.

La codependencia es una enfermedad que impide relacionarse con los demás en formas normales y sanas. Se manifiesta en la capacidad para lograr participar en forma positiva en una relación, por eso en muchas ocasiones se le llama coparticipación negativa, en lugar de codependencia. [6]

Melody Beattie dice que “la persona codependiente es aquella que ha permitido que su vida se vea afectada por la conducta de otra persona, ya que esta obsesionada tratando de controlar esa conducta”. [7]

Sharon Wegsheider–Cruse, especialista en el estudio y tratamiento de la codependencia, la define como “una condición especifica caracterizada por preocupación y extrema dependencia (emocional, social y a veces física) de una persona o de un objeto, a veces tan patológica, que afecta todas sus otras relaciones”. [8]

El concepto de codependencia ha surgido en los últimos 20 años y las teorías acerca de ella proceden, en su mayor parte, de personas que admiten tener esa enfermedad y están en proceso de recuperación. Según el campo de estudio de la enfermedad, se han dado muchas definiciones, la mayor parte de las cuales, sin embargo, ven la codependencia como una parte del campo de las adicciones y no como una enfermedad en sí misma.

Por esa razón, muchas personas no se han identificado con el término, ya que siempre se hablaba del codependiente como de la persona que es compañera del farmacodependiente o del alcohólico. Una vez que el término se amplia al campo de las relaciones, podemos afirmar que es también codependiente el que ve o es compañero de una persona incapacitada, enferma crónica o con problemas emocionales y mentales de importancia. [9]

Robert Subby define la codependencia como “una condición emocional, psicológica y conductual que se desarrolla como resultado de la exposición prolongada y la practica de una serie de reglas opresivas, reglas que impiden la expresión abierta de los sentimientos, así como la discusión directa de os problemas personales e interpersonales”. [10]

También Ernie Larsen define a la misma como “aquellas conductas aprendidas, autodestructivas o defectos de carácter, que dan como resultado una capacidad disminuida para iniciar o participar en relaciones amorosas”.

En 1979 se definió al codependiente como la persona cuya vida no podía ya manejar como resultado de vivir en una relación cercana con un alcohólico. La ignorancia en el campo de la salud mental acerca de esta enfermedad ha dado como resultado que los tratamientos dados a estas personas han sido muy largos y muy costosos y no se han obtenido los resultados esperados.

Un paso importante es lograr que la persona codependiente reconozca su sufrimiento, su necesidad de ayuda y el hecho de que su vida empieza a dejar de funcionar bien. La persona se deteriora física, mental, psicológica y espiritualmente, ya que, como el codependiente no conoce otra manera de vivir, se resigna y poco a poco cae en una depresión tal que aun los medicamentos dejan de actuar para devolverle el deseo de vivir. En etapas avanzadas, el único camino que se ve como salida es la muerte: la muerte propia o la de quien causa el sufrimiento. [11]

La palabra codependiente o coadicto proviene, según el diccionario de las partículas co: con o necesario, y adicción: esclavitud. Es la persona necesaria para que la esclavitud funcione. Proviene en gran parte de la manera como la persona se ve en su relación con el mundo. No tiene referencia eterna, se considera sin valor en sí misma, necesita recibir ese valor del exterior y vive tratando que los demás la vean como ella quiere ser vista.

Además, la codependencia no respeta edades, estrato social o sexo. Toca a toda la sociedad en una forma o en otra. Entre los grupos con mayor propensión a volverse codependientes están los cónyuges de los alcohólicos o adictos; los adictos en recuperación, los familiares de personas que trabajan demasiado, familias con algún trauma o en donde se sobreprotege y no se propicia la autonomía de los miembros, familiares de alguna persona incapacitada crónicamente o las familias de un neurótico.

Este tipo de personas siempre quieres aparecer como “buenas” y llega a creer que controla las percepciones de todos. Su vida se rige por lo que cree que los demás piensan de ella y hará cualquier cosa por permanecer en una relación, por temible que ésta sea, ya que sin esta relación siente que no “tiene” nada, que no “es” nada. A veces, consume una cantidad muy grande de energía en conservar esas relaciones, aunque el costo sea muy alto.

El codependiente carece de límites definidos de su espacio vital, no sabe dónde termina él y dónde empieza el otro, se siente como el otro se siente; carga con la tristeza, felicidad o enojo del otro, por eso no puede lograr la intimidad, ya que ésta requiere de un ser propio que no sea absorbido por otro y pueda compartirlo. Casi siempre, se concede al enfermo el poder determinar las reacciones y estados de ánimo de toda la familia. Aunque entre él y los demás, el codependiente marca los limites muy claramente y, al mismo tiempo, siempre deja que los demás los ignoren y los traspasen. No tiene habilidad para disfrutar espontáneamente, porque siente que pierde el control. Su pensamiento y su juicio son en blanco y negro, no tiene capacidad para disfrutar los matices. Tiene mucho miedo de su ira, porque no sabe hasta donde lo pueda llevar. Acostumbra mentir y exagerar hasta en cosas que realmente no tienen importancia.

Aparece también con mucha frecuencia un gran miedo al abandono. Por eso muchas veces busca a alguien más necesitado que él a quien cuidar y que no lo abandonará. Tiene una necesidad imperiosa de controlar las situaciones, a si mismo y a los demás. Melody Beattie dice que en el fondo de esta enfermedad existe “el demonio de la baja autoestima”. Y a través de la experiencia y de la bibliografía sobre el tema hemos podido corroborar la verdad de esta afirmación.

En estos avanzados de codependencia aparece una incapacidad para juzgar el estado de las cosas, así como una negación de la realidad. La persona no ve ninguna salida y empieza a manifestar cierta tolerancia al mal, que no puede entenderse más que como una verdadera enfermedad, ya que la exhibe no solo con gritos, golpes y destrozando las cosas, sino en su indiferencia en chantajes e infidelidad. Esta tolerancia al mal se da junto con una incapacidad total de sentir, un bloqueo absoluto de los sentimientos, y se llega a convertir en una forma de complicidad con el “enfermo o dependiente”. [12]

4.3 Problemas emocionales

Cuando la mujer está inmersa en el círculo de violencia cree que su pareja depende de su propio comportamiento, se siente responsable e intenta una y otra vez cambiar las conductas del maltratador. Sin embargo, cuando observa que sus expectativas fracasan de forma reiterada, desarrolla sentimientos de culpabilidad y fracaso. Además se siente culpable por no ser capaz de romper la relación y por las conductas que ella realiza para evitar la violencia como mentir o encubrir al agresor.

Con el paso del tiempo el maltrato es más frecuente y severo y se desarrollan síntomas depresivos como la apatía, la indefensión y la desesperanza. El malestar psicológico crónico en el que se encuentra la víctima produce una alteración en su forma de pensar que le hace sentirse incapaz de buscar ayuda, de proteger a sus hijos y a sí misma o de adoptar medidas adecuadas. [13]

4.4 Problemas sociales

La violencia repetida e intermitente, entremezclada con periodos de arrepentimiento, y de ternura, suscita una ansiedad extrema y unas respuestas de alerta y de sobresalto permanentes. La percepción de amenaza incontrolable a la vida y a la seguridad personal provoca una sensación de temor continua, dificultades de concentración, irritabilidad y un estado de hipervigilancia.

La vergüenza social y los límites que el propio maltratador establece para evitar contactos con la familia y con los amigos, provoca una disminución del refuerzo y de la implicación en las actividades reforzantes en general. De este modo, la víctima depende de su pareja como única fuente de “refuerzo” social y material, quien, a su vez, aumenta el control sobre ella. En estas circunstancias, se siente más vulnerable ante la sociedad y se cronifica el miedo a enfrentarse a un futuro que percibe como incierto y “peligroso”. [14]

4.5 La magnitud del problema: datos estadísticos.
Las cifras nos revelan una realidad escalofriante y la Encuesta Nacional sobre Violencia contra las Mujeres (ENVIM), aplicada del 1 de noviembre del 2002 al 25 de marzo del 2003, explora la violencia en la vida de las mujeres a través de una serie de preguntas aplicada a las mayores de 15 años que demandaron atención en los servicios de salud de 1° y 2° nivel (SSA., IMSS e ISSSTE,) en el territorio nacional.
Algunos de los datos estadísticos recogidos a través de ENVIM, son los siguientes:
25.8% de las mujeres encuestadas respondió que ha experimentado a lo largo de su vida al menos una relación violenta.
De las mujeres que han sufrido violencia, en 74% de los casos el agresor fue su pareja (esposo, exesposo, novio, exnovio, concubino y exconcubino) y 38.5% por otro familiar.
Del total de mujeres entrevistadas, 21.5% sufre violencia por parte de su pareja actual, 19.8% sufre violencia psicológica, 9.8% violencia física, 7.0% violencia sexual y 5.1% violencia económica.
Puebla es la sexta entidad con mayor porcentaje de mujeres que sufren algún tipo de violencia por la pareja actual (27.2%). Siendo el promedio nacional de 21.5%.
Por tipo de violencia, Puebla es la cuarta entidad con el mayor porcentaje de violencia psicológica (25.9%), ocupa el lugar 24 en violencia física (7.8%), el lugar 20 en violencia sexual (6.2%) y el 22 en violencia económica (4.0%).
En el Instituto Poblano de la Mujer durante el 2006, las atenciones que se brindaron a través del área jurídica y psicológica y que revelaron en algún momento, algún tipo de violencia, fueron las siguientes:

Problemas por:
Infidelidad 15%
Trastornos de ansiedad y depresión 15%
Baja autoestima 25%
Violencia familiar 23%
Adicciones (alcoholismo y otras) 9%
Duelo emocional 13%
TIPOS DE PROBLEMAS A LOS QUE SE BRINDÓ ORIENTACIÓN PSICOLÓGICA: (enero 2007)
Violencia familiar
(Verbal, Psicológica, Física,Sexual Y Patrimonial) 26.4%
Baja autoestima 26.4%
Trastornos de ansiedad y depresión. 9.4%
Infidelidad por parte del cónyuge. 16.9%
Alcoholismo y otras drogas. 7.5%
Duelo emocional 13.2%
Total 100%
En el rubro de violencia familiar el tipo de maltrato de mayor incidencia a mujeres es:
Psicológico 100%
Físico 80%
Sexual 40%
Económico 50%.
En Puebla ya contamos con una ley que previene y sanciona la Violencia Familiar donde se le define de la siguiente manera:
“Es el acto u omisión intencional recurrente o cíclico que entrañe el uso de la fuerza física o moral, realizado con el propósito de dominar, someter, controla o agredir a cualquier integrante de la familia o persona que habite en el mismo domicilio, independientemente que le pueda producir o no lesión”.
Art. 2 inciso VIII Ley de Prevención, Atención y Sanción de la Violencia Familiar para el Estado de Puebla.
Sin embargo, el pasado 1 de febrero de este año, se publicó la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, aprobado por el Senado de la República en diciembre del año pasado y donde se integran una serie de medidas específicas para abatir, sancionar y erradicar este que ya es un problema social.
Lo relevante de dicha disposición legal y que deberá adecuarse a nuestra entidad con las reformas necesarias a la ley ya existente, es que la violencia no se reduce al término “intrafamiliar”, sino que amplía su espectro tal y como se registra en todos los ámbitos de la vida, de ahí su definición sobre violencia en al ámbito familiar, con un gran alcance: Es el acto abusivo de poder u omisión intencional, dirigido a dominar, someter, controlar o agredir de manera física, verbal, psicológica patrimonial, económica y sexual a las mujeres, dentro o fuera del domicilio familiar, cuyo agresor tenga o haya tenido relación de parentesco por consaguinidad o afinidad, de matrimonio, concubinato o mantenga o hayan mantenido una relación de hecho.
Esto da pie a sancionar a quienes aún divorciados o separados, se han dedicado a hostigar y violentar a las mujeres y sus hijas e hijos.
De igual manera hace referencia a la violencia laboral y docente, a la violencia en la comunidad, a la violencia institucional, a la violencia feminicida y de la alerta de violencia de género contra las mujeres.
Corresponde ahora a los estados y municipios establecer el marco a partir del cual se dote de recursos e infraestructura para atender a las mujeres víctimas de violencia y sancionar a sus agresores.
En Puebla, el Gobierno del Estado contrató con el INEGI, una submuestra de la Encuesta Nacional de Relaciones en el Hogar, aplicada durante los últimos meses del 2006 y la cual será una herramienta importante para diseñar y operar el Programa Estatal contra la Violencia hacia las Mujeres.El Congreso del Estado ha manifestado ya su disposición para realizar las adecuaciones necesarias derivadas de esta ley general a la cual el Presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, ha manifestado su amplio respaldo; esta es una tarea de todas y todos. [15]

CONCLUSIONES
A lo largo del análisis de numerosos textos en esta investigación me pude percatar de que si bien el maltrato en su parte física es un problema sumamente grave, casi no se hace mención al daño psicológico que sufren las mujeres maltratadas, el cual a la larga resulta ser más perjudicial que el físico. Los moretones se curan, una autoestima pisoteada difícilmente se regenera al 100%.

Es por esta misma autoestima dañada que tanto agredidas como agresores resultan partícipes en el círculo vicioso del maltrato, y una de las medidas que se podría tomar a largo plazo y en el cual me gustaría colaborar o al menos fomentar, es la generación de talleres de auto respeto desde temprana edad para evitar caer en estos conflictos tanto propios como con los demás.

Por otra parte, al hacer la diferencia entre un estrato social y el otro me he dado cuenta que no influye la educación recibida en las clases sociales en los casos de maltrato; si bien hay más oportunidades de conocimiento y dimensión del problema en los estratos acomodados, el maltrato es para todos por igual desgraciadamente, así como el permitirlo.

No existen estadísticas claras sobre las mujeres de clase alta que sufran maltrato, pero esto no quiere decir que no exista, lo que sucede es que debido al temor social del “qué dirán”, la vergüenza de ir a levantar una demanda, y el hecho de que existe el estigma que estas mujeres no sufren, lo hace menos viable para tener una cifra concisa o contabilizarlo.

Ahora bien, he aprendido que es bien cierto que en muchas mujeres de estrato social bajo existe la ignorancia y muchas ideas arraigadas machistas fomentadas por las mismas madres de las maltratadas (quienes a su vez también sufren maltrato) de que el esposo es “mi viejo” y “le debo respeto a mi hombre”.
Pero así como existe la ignorancia en estas mujeres, también está presente en las de clase acomodada, y esta es la ignorancia de no creer que su novio, pareja o cónyuge, por el hecho mismo de pertenecer a la misma elite social, pueda maltratarlas ya que supuestamente han recibido una mejor educación al haber tenido una mejor condición de vida, lo cual es erróneo y esto permite la propagación del maltrato.

El haber aprendido los conocimientos que aquí expreso y desarrollo entra en contacto con las competencias específicas de la carrera de Psicología que actualmente curso, puesto que el haber estado inmersa en la investigación he ampliado mi pensamiento crítico así como el de la lectura analítica y el reconocer que tengo una enorme responsabilidad.

Así mismo, en este trabajo entran en juego competencias que no había tenido oportunidad de desarrollar tan a futuro como aquellas de la perspectiva global humanista, porque si bien en asignaturas anteriores (por el mismo contenido humanista de la carrera de psicología) he estado en contacto con el respeto a la dignidad de la persona y la visión integradora a futuro, el trabajar en este proyecto para tener una repercusión social me genera una apertura a la trascendencia así como una participación en el desarrollo sostenible al generar aportes útiles, y un fuerte compromiso social- histórico, ya que no hablo de hechos aislados o que no repercutan en sociedad, sino de realidades cotidianas que por supuesto que causan un impacto, y el darle un nuevo enfoque a las investigaciones previas hace que mi trabajo no pase desapercibido para y con los demás.

Por otra parte en el aspecto de innovación y cambio estoy asumiendo una adaptabilidad a los contextos y situaciones que se presenten durante el desarrollo de las líneas investigativas, teniendo habilidades de proyección y previsión a los resultados que pudiese obtener.
[1] Cruz, María Fernanda. Los jóvenes tienen dificultad para ser felices. Publicado el 9 de septiembre de 2007 en la sección “Ocio Dominical” en Correo: El diario del Estado de Guanajuato.
[2] Hernández G. Gritos, jalones, empujones y finalmente los golpes. Periódico Síntesis. Publicado el 11 de agosto de 2004
[3] Pagan, W. Violencia doméstica. Departamento de consejería para el desarrollo estudiantil, Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. (sin año) Disponible en la World Wide Web: http://estudiantes.uprrp.edu/indexdocs/violenciadomestica.pdf
[4] Ruiz, G. Y Fawcett, G. Rostros y máscaras de la violencia. Un taller sobre amistad y noviazgo. Manual para instructores (as). (1999) IMIFAP, A.C. México: Editorial IDEAME
[5] Rivas, M. Relaciones que intoxican tu vida: un antídoto para liberarte. Madrid (2005) Boletín de Salud Eroski
[6] Barnetche, E., et – al Quiero ser libre: de la Codepedencia a la Coparticipación Positiva. (1989) México: PROMEXA
[7] Beattie, Melody., Más allá de la Codependencia. (1992). México : Promexa
[8] Wegscheider-cruse, S. Aprende a quererte desprendiéndote de las actitudes que anulan tu verdadero potencial (2004) España: Ediciones Neo-Person
[9] Barnetche, E., et – al Quiero ser libre: de la Codepedencia a la Coparticipación Positiva. (1989) México: PROMEXA
[10] Hegarty, C. Larsen E. Cómo creer en mi mismo. (1995) Nueva York: Simon & Schuster, Inc. y Aguilar, Altea, Taurus Alfaguara S.A. de C.V.
[11] Hegarty, C. Larsen E. Cómo creer en mi mismo. (1995) Nueva York: Simon & Schuster, Inc. y Aguilar, Altea, Taurus Alfaguara S.A. de C.V.
[12] Beattie, Melody., Más allá de la Codependencia. (1992). México : Promexa
[13] Zubizarreta, I. Consecuencias psicológicas del maltrato doméstico en las mujeres y sus hijas. Programa de asistencia Psicológica para la Violencia Familiar y Sexual. (2004) Instituto Vasco de la mujer, España.
[14] Zubizarreta, I. Consecuencias psicológicas del maltrato doméstico en las mujeres y sus hijas. Programa de asistencia Psicológica para la Violencia Familiar y Sexual. (2004) Instituto Vasco de la mujer, España.
[15] Soto, A. Las mujeres tenemos derecho a una vida libre sin violencia. Periódico Digital de Puebla. Publicado el 8 de febrero de 2007. Disponible en la World Wide Web:
http://www.periodicodigital.com.mx/index.php?option=com_content&task=view&id=6127&Itemid=1093.2 Contexto socioeconómico

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